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Mostrando entradas de octubre, 2010

Cultura general

Todo el mundo conoce esa frase de " hay dos tipos de personas, los que saben/pueden/tienen/son capaces de *introduzca aquí el texto deseado* y los que no" ¿Quién no ha dividido en dos grupos la población mundial? Eso es algo sano, es algo estimulante, siempre y cuando no digas esto: "Hay dos tipos de personas: Los que deben morir y los que pueden vivir" (Muy propia de Hitler y allegados) O bien "Hay dos tipos de personas: Los que tienen que morir y los que hay que matar" (Que se puede aplicar a cualquiera que de el perfil de psicópata) Mientras no caigas en la violencia extrema, en la muerte y el genocidio, vas bien. Así que no se sientan ustedes culpables por catalogar, etiquetar y dividir de manera arbitraria. Yo lo hago. Sé que no es consuelo, pero... voy a compartir mi inmensa sabiduría con todos ustedes, damas y caballeros; niños y niñas; personas humanas y no humanas; miembros y miembras; amigos y amigas; grandes y pequeños, frikis y

Mi ración de indignación

Hoy estoy enfadada. Muchos diréis "¡coño, pues aprovecha para hacer otra carta de esas tuyas, que cuando las escribes encabronada al menos no me aburro!" pero es que no puedo. Porque esto sí que me toca la moral. Hoy al volver de la universidad, andaba yo por la calle quitándole el modo silencio al móvil (que si no mi madre luego pregunta que para qué puñetas quiero el móvil) y casi choco con un señor mayor que se paró de repente para mirar algo en la billetera. Yo me disculpé por ir en mi burbuja y el señor, muy amable, me dijo que no había problema. No había avanzado ni tres metros y de repente oigo un ruido. Me giro y veo al señor apoyado en la pared a punto de caerse porque un típico macho alfa que iba con la novia casi se le llevaba por delante. El especimen iba agarradito con su churri por la acera y había considerado oportuno embestir a un señor mayor que estaba parado sin hacer daño a nadie a un lado de la acera, sin obstruir de ninguna manera la vía pública. El caba

Cuarto milenio, la nave del misterio y el "yuyu" padre

Voy a compartir con el mundo una aterradora, terrible, inquietante, horripilante y perturbadora historia. Si yo estoy fatal de lo mío, si estoy peor que una cabra alemana... debéis saber que es en gran parte por lo que voy a contar a continuación. En mis comienzos universitarios, cuando aun me daba prisa por llegar al tren para llegar pronto por que contaba con que los profesores eran puntuales (lo que demuestra mi inocente inexperiencia), apenas reparé en ello. Algo dentro de mí me decía que algo inquietante pasaba, sentía una presencia espectral cerca ... pero no tenía tiempo para buscar la fuente misteriosa de aquella sensación, estaba demasiado ocupada pensando en la caminata asesina que me esperaba, una mañana más, estaba demasiado angustiada pensando que el tren estaba tan lejos de mi casa a propósito. El otro día iba caminando calle abajo en mi paseo mortal de 20 minutos hasta el tren y reparé finalmente en aquel punto frío, en aquella zona maldita y diabólica que perturbaba mi

Verdades inquietantes

Iba a actualizar el día 29 porque me apetecía que me llamasen esquirola *jijiji* , pero lo fui dejando y al final ya no tiene sentido que cuente lo bien que me lo pasé durante dos semanas metiéndome con mis camaradas los panfletistas de mi facultad. Y tampoco tiene sentido que cuente cómo el de Lengua Española me pilló gritando en el pasillo con el puño en alto que me daba por enterada de la huelga general mientras con la otra mano sacudía los tres mil panfletos y cuarto que me habían colocado en mis múltiples viajes por el pasillo central. El caso es que mi vida es una tómbola de luz y de color. Sorprendentemente me he adaptado demasiado fácilmente para lo mafiosa que me he vuelto este verano. He conocido seres humanos y en principio no detecto ninguna sensación de rechazo hacia mi persona, lo cual es, sin duda, algo bueno. Bueno, hay una filósofa que sí me aborrece, pero como el sentimiento es mutuo, pues no cuenta -Seguro que en otras facultades no hay tanta vocación como aquí. Mi c